El ego es la representación de la parte más primitiva de nuestra mente. Los deseos y lo que reprimimos. También es la conciencia moral, donde entra el trader ideal, los pecados del operador y el sentimiento de culpabilidad cuando cometemos un error indebido. También es la parte que ambiciona ganar. Que desea satisfacer nuestras metas en el mercado. En definitiva, al cruce entre la operativa consciente y la inconsciente se puede llamar ego. Quizá.
Michael Washburn es el autor del libro El ego y el fundamento dinámico. En su obra insisten en la importancia de ser conscientes de nuestro ego. Eso es algo que ya teníamos claro y que dilucidamos un poco más en la primera parte de esta serie dedicada al ego en el trading. Que dado que el trader es su propio psicólogo, psiquiatra y coach, debemos trabajarlo para que no se apodere de nuestro desempeño. Incluso tenemos a mano trascender a través del ego, pues es la fuerza que nos impulsa en el camino a la consistencia. Y, a estas alturas, podemos hacernos una idea bastante nítida de qué ocurre si dejamos al ego al volante de nuestra imperativa. Cuando nos domina. Cuando nos creemos en posesión de la verdad y la razón en cada posicionamiento. Mirando al precio por encima del hombro. Engrandecemos nuestra figura a la vez que nos alejamos de la realidad. Esa que dice que somos y siempre seremos unos eternos aprendices. Que el precio es un ser vivo en continua evolución al que los traders, con más o menos experiencia, debemos adaptarnos. Con humildad y respeto, sí, pero sin subirlo a ningún pedestal. Sin miedo. Operando de forma asertiva. Pero un trader ególatra es sinónimo de inseguro, pues sobre él se cierne cierto temor al rechazo. Por eso ataca, y es agresivo, sobreapalancado, sobreoperando, buscando resarcirse de las pérdidas y sacando la metralleta. O es un miedoso. Sobreprotege y/o se paraliza. Patente queda la importancia de agenciarse la capacidad de reconocer el ego frente al precio y llegar a controlarlo. Mutearlo cuando se posicione en contra de nuestros intereses, que serán la mayoría de veces.
Si ni nos responsabilizamos de nuestro ego, este procederá mediante automatismos básicos que no sirven para obtener rentabilidades de la operativa. Como venimos diciendo, el mercado está diseñado de forma que activa instintos y sesgos contrarios a lo que el trading rentable requiere. El ego tiene la capacidad de influir en las decisiones que tomamos y, por lo tanto, acaba determinando nuestro destino como traders. Sin darnos cuenta, terminamos siendo sus esclavos. Y el ego es un excelente carcelero. Pero si conseguimos darle la vuelta a la tortilla y lo convertimos en aliado, no enemigo, nuestro trading fluirá. Así que huelga decir que aprender acerca de la relación que mantenemos con él es imprescindible, para tomar conciencia de cómo influye en nuestra operativa, y lo fácil que resulta caer en sus dominios. Sigamos conociéndolo más íntimamente.