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Aquel sentado frente a su pantalla sin temor a la incertidumbre, analizando el movimiento del precio en búsqueda de las mejores zonas sobre las que abalanzarse. Calmado en el campo de batalla. Dispone de las actitudes y aptitudes exigidas. Reactivo al timing exacto. Con una visión objetiva de lo que ocurre. Doma sus impulsos con disciplina, sin distracción, pero en perfecto equilibrio con su instinto asesino. Enfrenta las pérdidas con inocuidad, y ve cada una de ellas como una oportunidad de aprender y mejorar. También de las operaciones ganadoras. Piensa exclusivamente en probabilidades, por lo que no trata de evitar los stops ni le atemorizan las malas rachas de pérdidas. No sabe que es el FOMO. No tiene constantemente en mente la rentabilidad futura ni las ganancias flotantes. Un ejecutor; la duda no es una opción. Comprende que las operaciones individuales no tienen relación entre sí. No exige nada al mercado. Su operativa no se ve influenciada por noticias ni chismes en médios de comunicación y redes sociales. No se empeña en adivinar. Simplemente explota la ventaja estadística, perfectamente calibrada de antemano. No corre riesgos innecesarios. Busca ganar, pero sabe perder, pues acepta las pérdidas como un gasto más del negocio. Elimina sus puntos débiles y potencia sus fortalezas gracias a la práctica deliberadamente enfocada. Repasa y entrena las jugadas. Es, gracias a todo lo anterior, consistentemente rentable. Sin vanidad. Un profesional. Humilde. Mea colonia.
🥹
«Si encuentras un hombre que enfrenta los peligros con coraje, que no se ve afectado por sus deseos, feliz en la adversidad, calmado en medio de la tormenta, ¿No es cierto que sentirás veneración por él?» – Séneca.
Y si encuentras un trader tal como la descripción, ideal, ¿no es cierto que sentirás veneración por él? Yo desde luego sí.
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