#88 De vueltas al autocontrol en el trading
Por desgracia, el autocontrol no es un ejercicio deliberado de fuerza de voluntad.
Hace ya más de año y medio que aquí hablamos de la fuerza de voluntad en el trading. Acerca de si existe como tal y, sobre todo, si se agota y por qué. Esa especie de reserva de energía mental de capacidad limitada, que refería Kahneman en Pensar rápido, pensar despacio. El esfuerzo de autocontrol para con nuestros intereses en los mercados, que se va gastando como las pilas del conejito de peluche de los anuncios. Aun con todo, no parece que se hayan podido replicar los estudios para confirmar eso de la caída del compromiso, lo cual tampoco es que nos preocupe. Al trader le sirve tal que una emoción más que medir. Y no por rellenar un diario cuan adolescente despechada, sino como un KPI —indicadores claves de desempeño, por sus siglas en inglés—. Es una sensación de que algo falla, y que es digno de reflexión y abordaje. Quizá el sistema no nos trasmite la adherencia suficiente para seguirlo disciplinadamente. O la filosofía de lectura del precio aprendida no resuena con nosotros. Puede que la idiosincrasia del subyacente sea soporífera, o demasiado volátil, y no encaje con la forma de ser como traders. Sea lo que fuere, algo no se adecúa y de ahí que tendamos a divagar, paralizarnos, distraernos y fallar en nuestras operaciones. Puede ser, de hecho suele ser, por el agotamiento y el estrés inherentes al trading. Vamos a continuar por donde lo dejamos entonces.
Un trader necesita autocontrol. Es muy fácil mirar a otro lado, el contrario de nuestras metas y objetivos como operadores, y buscar el pelotazo con una posición. Tomarse este negocio igual que la ruleta de un casino, y a ver si suena la flauta. No se sostiene y echaremos por la borda todo un trabajo de años en nuestro trading a la siguiente ocasión. Pensar que por una vez «no pasa nada». Luego, más pronto que tarde, llega el fatídico día de la «llamada de margen». Y el arrepentimiento. También se impone el autocontrol para no distraerse con cualquier mosca que se nos cruce por delante. Nos la colaron con la idea de la adrenalina y la diversión, pero el trading es una profesión muy aburrida. Nos vimos lanzando enanos como El lobo de Wall Street, pero pasamos jornadas maratonianas mirando rayas de colores sin hacer gran cosa. Y es que precisamente a los traders nos pagan por esperar. No descubro nada al decir que, una vez posicionados, es incluso peor. Es como ver crecer la hierba. Parece que están esperando a que entremos para que el precio se tome un descanso. El tiempo se ralentiza. Justo en esos momentos de inacción es cuando más autocontrol debemos procesar. De lo contrario, tomaremos posiciones precipitadas, demasiado arriesgadas y, a todas luces, desalineadas con el sistema. O se escaparán los mejores edges, protegeremos antes de tiempo y se nos irá el vino en catas. Falta de atención, compromiso y, en definitiva, de autocontrol. Siendo todo esto cierto y obvio, hay un problema: ¿Cómo apelamos a la mesura? ¿Cómo y dónde se consigue eso? Y es que decir que es obligatorio y dejarlo ahí es quedarse muy corto. Insuficiente para hacer trading profesional. Veamos: