En multitud de ocasiones hemos visto las estrechas semejanzas entre el trading y las filosofías orientales, que son la base de las artes marciales. Y hemos hecho el mismo ejercicio montando símiles con el deporte de alto rendimiento, como el fútbol. También respecto al ajedrez o el póker. Al final, es una cuestión de instrucción técnica, entrenamiento, setup mental y disciplina. Respecto al aprendizaje del trading, que en realidad engloba todo, la filosofía del «sistema Mushin» encaja como un guante. Promulga que la mente y las acciones operativas no trabajan cuan entes separados. Son un organismo único e indivisible. Los traders debemos interiorizar los principios del mercado, y las estrategias para explotarlo, en armonía con nuestra forma de ser como operadores. Al respecto, los maestros de las artes marciales Ed Parker y Bruce Lee observaron y documentaron la presencia de tres fases distintas de desarrollo de la habilidad: la primitiva, la mecánica y la espontánea.
En el artículo anterior nos adentramos en la primera de ellas, la innata. El trading, en el estadio primitivo, está dedicado a una fase inicial de aprendizaje de las bases que mueven el mercado. El trader sigue siendo él mismo, y sus acciones son fluidas. Dominar cada elemento de forma independiente será el objetivo primordial del operador aprendiz. Transcurrido el tiempo, será capaz de realizar la operativa sistemática con facilidad en condiciones ideales y controladas —en gráfico estático o quizá en demo—. En las que no tiene cabida imprevistos, como las reacciones inesperadas de las manos fuertes.
El trading es una actividad altamente exigente. Se descubre así en cuando ponemos un pie en el mercado. Pero, como con cualquier otra meta en la vida, lo hacemos con la taza vacía. Sin prejuicios y, por lo tanto, sin autolimitarnos. Quizá con algo de miedo, pero las expectativas consiguen vencerlo, al menos al principio. Entonces, transcurridas las primeras fases y mesetas en nuestro camino a la maestría, nos damos cuenta de que es necesaria una estructura. Un sistema. Queremos explotar una ventaja, que se exprese la probabilidad a favor. No adivinar, ni predecir qué hará el precio, pues eso es muy estresante e inútil, sino reaccionar. Para ello, para lograrlo, nos debemos a unas reglas, un método, un sistema. Accedemos, pues, al segundo nivel: el estadio mecánico del aprendizaje. Veámoslo y, tras este, el último y definitivo paso: la espontaneidad o instinto, que llaman algunos: