A muchos les molesta y, sin embargo, a mí me resulta apasionante el debate de si el movimiento del precio es aleatorio o es orquestado. A muchos les molestan las cosas que amenazan sus creencias. Burton G. Malkiel lo ve evidente y así lo plasma en su obra, Un paseo aleatorio por Wall Street. No lo tengo tan claro, aunque tampoco me posiciono diametralmente en contra. La solución, como suele pasar, estará comprendida en cierta escala de grises. Y es que nunca nada es tan simple. La sombra de la aleatoriedad, sea esta en mayor o menor medida, confiere al mercado ese tufillo de casino amañado. Un juego de probabilidades cuan ruleta con cero y doble cero, donde la banca gana. Siempre. Se puede creer que es cierto sin ser ello excluyente respecto a que exista un resquicio aprovechable. Un pie en la puerta antes de que se cierre. Un juego, al fin y al cabo. Con su parte azarosa, pues en cualquier momento el profesional puede mostrar interés en participar. Y con otra ordenada por las leyes universales que rigen el movimiento del precio. La física del mercado. Lo de que el trading es un juego, ahora lo explicaré mejor para evitar confusiones. Vaya por delante que el concepto no se posiciona en contra de la profesionalidad. El deporte de élite, o el mismo póker, ya que hablamos de casinos, también son juegos. La diferencia conceptual está en el operador. El trader que se lo toma como un entretenimiento, está condenado a perder. Un gambler. El especulador que ha profesionalizado el juego, no lo banaliza, sino que lo trata como una actividad de alto rendimiento muy lucrativa. Si hay participantes, ya sean físicos o digitales, hay juego. El tablero es el gráfico y las reglas son las que obedecen a la subasta oferta-demanda. Hay árbitros en los mercados regulados, aunque también existen torneos descentralizados. Y hay un objetivo, el fin y el premio, que es ganar dinero del resto de apostantes, que yerran en la dirección y/o el timing.
Simon Sinek, autor y motivador inglés, famoso por el concepto The Golden Circle, tiene un libro que diferencia entre los juegos finitos y los infinitos como metáfora del emprendimiento, el liderazgo y los negocios de éxito. Se trata de la obra El Juego Infinito. También es autor de otros best-sellers como el conocido Los líderes comen al final. Según la anterior descripción, el juego del trading parece encajar, al menos de entrada, en la categoría de finitos. Jugadores fácilmente identificables —profesionales, institucionales y minoristas—, campo de juego, reglas, árbitros, penalizaciones y finalidad: ganar el dinero que otros pierden. Suma cero, aunque, en realidad, es suma -1, porque para participar tenemos que pagar comisiones. La partida acabará, bien cuando lo indique el límite de gestión de riesgo o el tiempo de sesión operativa. Y en el peor de los casos, lo hará para siempre si se quema la cuenta. En los juegos finitos hay un principio y un fin. Sin embargo, creo que el trading es un juego infinito, en realidad. Sobre eso va este artículo. Trataremos de dar soluciones al problema conceptual e incómodo que en ocasiones es el trading. Respecto a la importancia de tener una mentalidad infinita de cara a explotar el mercado y satisfacer nuestras ambiciones. ¿Cómo es posible ganar un juego que no tiene fin? Veamos: