Hay un tema recurrente al que no paro de darle vueltas. Vuelvo a él de forma obsesiva, como aquel con un TOC que no es capaz de dejar las cosas según están y necesita zanjar el asunto. Me desconcierta que cualquiera, independiente de su capacidad e inteligencia, puede ser rentable haciendo trading. Al menos en teoría. Y seguro que todos conocemos algún caso. Alguien que a priori le pega más en el rol de tonto del pueblo y que consigue extraer beneficios con su operativa. Que conste que me alegro. Es envidia sana. Si bien para la mayoría serán necesarias toneladas de meritocracia, en otros no hay tal misterio. También está el caso del innato. El nacido con el gen del trader ganador. El Blade de los especuladores. El Neo del precio. El Messi del mercado. Estos son más raros aún. Estadísticamente es probable que nadie de los más de 2.000 lectores que aquí nos encontramos lo sea. Así que, resumiendo y generalizando, el trading retail cuenta con grupos heterogéneos y desiguales de personas con aptitudes y actitudes variopintas. Traders con un CI mediocre ganando, otros superdotados pero perdedores y un montón más de entre medias. La conclusión sencilla es que poco o nada influye la inteligencia en el desempeño maestro del trading. Todo el mundo tiene la puerta abierta, y más hoy en día con semejantes barreras de entrada tan bajas. No es fácil, ni rápido, por supuesto; la mayoría caerá por el camino, pero hablamos de que la posibilidad real existe sin demasiadas exigencias. Claro que las cartas que nos han tocado al nacer tienen su papel, en el trading y en cualquier aspecto de la vida. La lotería genética, pero también la socioeconómica. Haciendo un símil con otras actividades de alto rendimiento, donde si bien es posible triunfar en el deporte de élite, por ejemplo, sin ciertas características físicas, un enano lo tiene chungo para ganar un anillo de la NBA. De la misma forma, en nuestro negocio, alguien con ceguera, que no pueda ver el precio, también lo tiene complicado para ser rentable. O una persona nacida en circunstancias de pobreza. A duras penas podrá tradear dada la falta de recursos.
Eso está claro, pero no voy por ahí. El trading es un desempeño meramente intelectual, así que dejemos de lado otras índoles, como las físicas o las ambientales. En este negocio, podemos afirmar que mérito y esfuerzo son necesarios para triunfar. Cierto sin ser excluyente. El trading exige sacrificios y ofrece recompensas a cambio, y no todas las personas valen para ello. Cierto sin ser excluyente. Un intelecto elevado allana el camino a la rentabilidad. Como decía, no sé si cierto, pero, desde luego, no es excluyente. El ingenio y la astucia se tornan deseables, y la facilidad matemática, no obstante, a un trader que no sobresalga en dichas actitudes también se le permite la gloria. No son excluyentes. Lo mismo incluso lo tiene más a tiro por carecer de algunos sesgos. Quizá. Como fuere, el interés en la diferencia de rendimientos, sin poder vincularlos a una brillantez académica, ingenio y facilidad de comprensión, es el tema que nos ocupa. Juguemos, pues, la carta de la mentalidad y su impacto en el éxito y en el rendimiento de nuestro trading. Este define cómo enfrentamos al mercado y sus desafíos. Y cómo nos acerca o aleja de la rentabilidad. La actitud es el factor decisivo para explorar nuestro potencial especulando. Veámoslo.