Que sepas de antemano que este artículo me ha quedado como una especie de continuación del anterior nº 56. Aunque no es indispensable, te recomiendo que lo leas antes.
Nos encantan las historias de superación. Famosos futbolistas nacidos sin recursos en favelas. Ricos empresarios que empezaron en un garaje cutre. Anónimos que se convierten en héroes tras un gran sacrificio personal. De la pobreza a la fama. De la nada al todo. Mucha culpa de ello la tiene Hollywood, y los medios en general. Aúpan al personaje al pedestal aspiracional porque eso vende, y mucho. Niños que sueñan con ser Messi y adultos como Steve Jobs.
Esas historias de superación tienen algo en común. Muchas cosas, en realidad. Te dicen que no todo es lo que se ve en la punta del iceberg, los éxitos públicos, sino que por el camino se ha sufrido lo indecible. Que muchos, la gran mayoría, no estarán dispuestos a pagar la factura del esfuerzo para llegar tan lejos. El grueso se quedará por el camino —sesgo del superviviente—. Por eso ellos son únicos e irrepetibles. Por eso ellos se merecen la noticia, una biografía, un biopic, un documental o una película ligeramente basada en hechos reales. Un tanto manido, pero como lección no está nada mal. Poner el foco en el duro proceso, que no es todo tan bonito como parece, es revelador para el espectador; o debería. Aun así, se adorna con un lacito de épica que suscita todo tipo de ensoñaciones y sueños húmedos.
Muchas veces reales, pero otras más falsas que un político honrado. Y es que es un campo muy jugoso para el gurú de turno. Aquel que empezó de la nada y ahora te muestra su fantástica cochera —deportivos alquilados— y su colección de relojes de lujo —falsos, para la foto—. El lema es «si yo he podido, tú también». «Si yo he alcanzado la gloria, ¿tú a qué esperas?». Eso sí, «cómprame este curso, libro, seminario, etc. donde te cuento mi milagroso secreto». Y suele colar, por desgracia.
Pues el mundo de los mercados no está exento de ello. También hay héroes y villanos. Innatos y vendemotos. Historias de superación donde se alaba el triunfo alcanzado. Unas veces merecidas y otras de chocolate, falsas, pero siempre dejan el tufillo de lección que deberías aprender. Sin cumplir sus pasos, cómo si no vas a avanzar altas cotas con tu operativa. No me malinterpretes, los ejemplos a seguir siempre son útiles. El problema viene en la elección de dicho modelo. Un trader novato ha de agradecer el faro del mentor. Sin él, lo más probable es que acabe encallado o en mil pedazos contra el acantilado. Como poco, te ahorrará tiempo y dinero si este es de los buenos. Haberlos haylos. En cualquier caso, necesitas un ideal con el que medirte.
Pero todo esto esconde un lado nocivo de especial interés, creo yo, para el trader aún no rentable. Solo conociéndolo podrás esquivar en parte sus consecuencias. Ni más ni menos que quitarle presión a tu aprendizaje en el trading. Ser consciente de ello te ayudará a enfocar mejor muchos problemas de gestión emocional en las primeras etapas de desarrollo. Veámoslo:
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