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Parte I: Fatiga de combate. Una reflexión sobre la necesidad de tomar control bajo la premisa de la diferente autoestima entre los soldados de infantería y los de aviación en la IIGM. De evitar acabar quemado a causa del estrés y ansiedad que genera el trading como fiel reflejo de la batalla. Tener el mando de la situación genera calma.
Parte II: Desintegración positiva. Deliberación no especialmente sesuda, y también con tintes de la IIGM, sobre cómo la ansiedad y otros males del trading pueden ser los detonantes de una mutación positiva en el desempeño. Y todo como parte de un proceso de lo más natural.
Para cerrar el asunto, tratemos esta vez la atribución. El control o la ausencia de él obligan a hablar del azar, la fortuna, el destino, la casualidad. Cuestiones, control y suerte —no es lo mismo que azar, pues la suerte puede ser una consecuencia; pero, para simplificar, lo dejo así—, que se suelen casar de forma inversamente proporcional en causalidad y correlación. Que la suerte es importante en trading es un debate estéril. Lo es. No puedes depender de ella, como tampoco de tu voluble fuerza de voluntad, pero tiene su impacto. Aunque una cosa es que sea capaz de menear el árbol de tanto en tanto y otra que merezca excesiva consideración por tu parte. Ahí es cuando entra, como operador, tu percepción de las causas. Entonces, balanceas la atribución que le das a la suerte o a tus propias acciones al cómputo de tu desempeño.
Tu personalidad de trader se irá forjando según avance tu carrera en los mercados. De entrada, dejará mucho que desear, lógico, e irá evolucionando. La mejora continua y la práctica deliberada son las armas que necesitas para no desviarte demasiado del camino. Ahora bien, la capacidad de trabajar sobre aquellos rasgos de personalidad que están influyendo negativamente en tus resultados se verá mermada al no tenerlos en consideración. No tendrás en cuenta aquello que desconoces. No sabes lo que no sabes. No puedes reconocer el déficit, por lo que incluso podrías negar la utilidad de mejorarlo. Y precisamente una actitud a vigilar, y que tendrá gran impacto en el rendimiento en trading, es el llamado locus de control. El constructo significa «lugar de control» —locus es lugar o sitio en latín— y refiere a cómo las atribuciones que hagas acerca de los éxitos y los fracasos pueden ayudarte o, por el contrario, dificultar la consecución de tus objetivos.
Para entenderlo mejor: El concepto de locus de control fue introducido por Julian Rotter en 1966 como parte de su famosa Teoría del Aprendizaje Social. Desarrolló una escala para determinar si una persona posee más locus de control interno o externo. Aunque inicialmente Rotter propuso que podría haber “lugares” de control separados para diferentes objetivos, posteriormente los integró en una sola figura: el concepto global de locus de control. La escala diseñada por Rotter ha sido ampliamente utilizada, pero también criticada por su limitación de cara a permitir la elección de sólo una de dos posibilidades. En 1978, Wallston y DeVellis publicaron un trabajo que contribuyó a una comprensión sólida del concepto y su influencia en las decisiones importantes. Otros psicólogos como Philip Zimbardo aportarían más adelante para clarificar el concepto propuesto por Rotter. Señalaron que el locus de control es «una creencia sobre si los resultados de nuestras acciones dependen de lo que hacemos o si dependen de otras cosas fuera de nuestro control».
Desde luego, el modo en que afrontas lo que te sucede en el mercado influye enormemente en la motivación y en las actuaciones ante determinadas circunstancias. Por lo tanto, locus de control —aplicado al trading— hace referencia al grado en que llegas a sentir que tienes el mando de lo que ocurre en tu operativa, desde un evento rutinario hasta una situación de alerta. Los traders conceden la gestión de su destino bien a sus propias decisiones y capacidades —locus de control interno— o bien a fuerzas como la suerte, el karma, Dios, Putin, su cuñado, el Foro de Davos, Vanguard, el Club Bilderberg, BlackRock, la OPED, Powell, el 1% del 1%, los medios de comunicación, Soros, o la opinión de su criptoinfluencer favorito —locus de control externo—.
TRADER INFANTIL
«Es que han manipulado el mercado» es el nuevo «el profesor me tiene manía, por eso me ha suspendido». Traders infantiles con baja capacidad autocrítica. Habitualmente, los que no aprenden de errores propios ni vicarios. Se escudan tras la incontrolabilidad de ciertas circunstancias —manipulan; me barren el stop—. Así se evita el peso de la responsabilidad propia. Cero autocrítica. Cero introspección.
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